Ante el fuerte incremento previsto de la demanda, los expertos apuestan por tecnologías hídricas que permitan mayores producciones en la Región sin aumentar los regadíos
El desajuste entre el agua que demandan los productores y la disponibilidad hídrica real han situado a la Región de Murcia en una singular ventaja frente a los retos de la agricultura del futuro. El campo busca ahora reinventarse para obtener los esquivos recursos que necesita ante un planeta que crece a pasos agigantados (se espera que la población mundial aumente un tercio en esta década, hasta aproximarse a los 10.000 millones de habitantes), y en el que la salud de los ecosistemas preocupa cada vez más. Y ahí el sector murciano, de acuerdo con los expertos consultados, parte en buena posición.
Lo sintetiza el presidente de la asociación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas (Proexport), Juan Marín, al afirmar que la «escasez de recursos nos ha hecho más eficientes y por ese motivo contamos con las empresas de tecnología hídrica más avanzadas del planeta». El director de la Cátedra de Agricultura Sostenible para el Campo de Cartagena, Juan José Martínez, coincide en que las décadas de lucha contra la escasez hídrica ha permitido el desarrollo en la Región de una «agricultura de regadío altamente tecnificada y de las más punteras del mundo en desarrollo tecnológico». El ingeniero agrícola Sebastián Sánchez, copropietario en Mazarrón de 200 hectáreas de cultivos «sostenibles», asegura «que aquí estamos por encima de Israel y Holanda en eficiencia de agua», tras haber conocido in situ los avanzados cultivos que crecen en esos países.
La «conciencia colectiva» del sector regional por sus esfuerzos frente a la escasez de agua «y nuestras condiciones geo-climáticas nos convierten en un lugar de referencia para el desarrollo de prácticas a nivel mundial», avala el director del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), Juan José Alarcón. «Murcia –concreta– es actualmente uno de los focos de exportación de tecnología de riego más importantes del mundo. Asociaciones como Agritech, que engloban a las principales empresas y centros de investigación murcianos dedicados a esta tarea, son un claro ejemplo de este potencial innovador». La coordinadora de esta plataforma de tecnología agrícola, Elena García Cartagena, asegura que en la Región ya se aplican «avances a los que otros no han llegado aún, por lo que somos disruptivos».
El director de la Cátedra de Agricultura Sostenible no confía en el futuro del Trasvase, pero sí en el del regadío «gracias a la tecnología»
Esta teórica ventaja, sin embargo, no exime del notable esfuerzo que deberá acometer la agricultura regional para incrementar aún más su eficiencia, según la media docena de especialistas preguntados. «No sé si se podrá, ni cuándo se podrá, pero desde luego debería de crearse un nuevo programa de modernización para los regadíos, porque el ahorro de agua y de nutrientes es hoy en día una prioridad absoluta para la sostenibilidad de la agricultura», afirma Juan José Martínez.
De momento, el empeño por ser más eficientes ya ha permitido a la Región incrementar en lo que va de siglo un tercio su producción, al mismo tiempo que ha rebajado en casi idéntica cuota el uso de la tierra (ahora se cultivan en torno a 400.000 hectáreas en la Comunidad Autónoma, frente a las más de 600.000 que se contabilizaron en el año 2000). Y todo ello sin aumentar la superficie dedicada a los regadíos (la pérdida de hectáreas se concentra en el secano). Pero todo esto no es suficiente para enfrentar el futuro. El experto en agricultura sostenible de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), Juan José Martínez, considera que el sector regional ya es consciente de la necesidad de un nuevo esfuerzo modernizador.
En cifras: 30% es el ahorro de agua que es posible obtener instalando sondas de humedad en el suelo
A la vanguardia tecnológica
De hecho, según el representante de la patronal sectorial, Juan Marín, en el campo murciano ya se trabaja en esa mejora. El presidente de Proexport cita, entre las mejoras que se están introduciendo, el estudio de nuevas variedades que necesitan menos agua, «la aplicación de estaciones meteorológicas a maquinarias de riego, la instalación de sondas de humedad, el filtrado automático de agua por diferente presión y la fertirrigación». «Cada vez la tecnología juega un papel más importante», resume. «Somos vanguardia y debemos seguir siéndolo», añade antes de afirmar que «la forma de seguir avanzando es innovar y afianzar lo logrado».
Juan José Alarcón, del Cebas-CSIC, ofrece más claves: «La biotecnología y el desarrollo de nuevas variedades y cultivos que consuman menos agua son unas buenas vías de actuación». Otras son, continúa, «el desarrollo y la aplicación de determinadas prácticas de riego que permitan un mejor aprovechamiento del agua empleada, como el riego de precisión (en donde por medio del uso de sensores podemos conocer exactamente la cantidad de agua que necesita cada planta), el riego deficitario controlado (que permite reducir los aportes de agua en determinados momentos de desarrollo del cultivo sin que ello suponga una merma en la producción) o la aplicación de riego subterráneo (que elimina las pérdidas de agua por evaporación, de modo que todo el agua aportada se invierte en la planta)». Se trata de prácticas que el Cebas ya estudia, «y desde luego estamos al servicio de todo el sector agrícola para ponerlas a su disposición», añade su director. Solo con la implantación de sondas de humedad en el suelo ya es posible obtener ahorros de hasta un 30% en agua y fertilizantes, según el director de la Cátedra de Agricultura Sostenible.
El productor Sebastián Sánchez propone, por su parte, «terminar con el regadío tradicional», evitar las pérdidas de agua en las conducciones y las balsas y «tener instrumentos suficientes para optimizar la dotación y frecuencia de los riegos», como las «estaciones meteorológicas [a las que se refería Marín], que nos midan la pluviometría, la radiación solar, el viento…».
«También hay estudios sobre riego deficitario controlado que han demostrado que se pueden obtener rendimientos óptimos usando menos agua en determinado estados fenológicos de los cultivos». Más a largo plazo, añade, «todas las zonas costeras tenemos asegurado el futuro de nuestros regadíos utilizando energías renovables para desalar agua del mar».
El profesor de Geografía Física de la Universidad de Murcia (UMU) Francisco Belmonte no es tan optimista al señalar que si no se consigue mejorar la desalación, ni tampoco se encuentra otra manera de conseguir agua, o no se alcanza «un improbable consenso nacional sobre la necesidad de interconectar todas las cuencas del país, el futuro del regadío en la Región pasa por reducir la superficie regable». El geógrafo insiste en que los modelos de evolución de las precipitaciones auguran que irán disminuyendo (Juan José Martínez corrobora que las lluvias ya han menguado en los últimos años un tercio en el Campo de Cartagena), «no solo en la cuenca del Segura, sino también, y sobre todo, en la del Tajo», de donde llega el agua del Trasvase que alimenta buena parte de la agricultura regional.
Martínez, de la UPCT, tampoco es optimista sobre el porvenir de este Trasvase Tajo-Segura, pero exhorta «a confiar en que el futuro de la agricultura de regadío en la Región esté asegurado», en particular por «la capacidad tecnológica de los modernos sistemas agrícolas, que van a producir cada vez de forma más sostenible». Marín coincide al concretar que, pese a que «son demasiadas décadas de incertidumbre», por la falta de garantía en «ese recurso tan importante que es el agua, gracias a la tecnología estamos convencidos de que solventaremos cualquier problema. Somos un sector seguro», concluye.
Déficit hídrico estructural
Alarcón advierte de que retos como los de salvaguardar el Mar Menor, el posible agravamiento del «déficit hídrico estructural» por el cambio climático y «la posible reducción de los aportes de agua del Trasvase Tajo-Segura pueden generar tensiones en el sector que exigirán una readaptación importante» en su nueva modernización. «Es muy necesario que el sector agroalimentario se mentalice de la escasez creciente de recursos hídricos», alerta Belmonte a la vista de la «predicción en la evolución de las precipitaciones a consecuencia del cambio climático».
Para el geógrafo, «este será a corto plazo (ya lo es) el talón de Aquiles del sector agroalimentario de la Región. Aquí es en donde se necesita un mayor esfuerzo de inversión en I+D+i». En este marco, para controlar «el impacto ambiental que genera» la explotación del campo, Belmonte muestra la conveniencia de «mejorar mucho los sistemas de fertirrigación, reduciendo, sobre todo, la cantidad de nitratos que se utilizan, en la actualidad, muy por encima de las necesidades de los cultivos», para «alcanzar una producción agrícola ambientalmente sostenible».
El doctor en Ciencias Biológicas Juan José Martínez explica en este punto que «cualquier innovación que se produce en la agricultura va ya dirigida a la sostenibilidad agrícola, por lo que ya siempre se tiene un ojo puesto en sus repercusiones ambientales». «La escasez de recursos hídricos en el sureste peninsular no es un problema coyuntural, sino estructural», insiste el geógrafo; «de modo que la concienciación sobre la necesidad del máximo aprovechamiento del agua y la eficiencia de los sistemas de riego, no es solo una necesidad, es una obligación».
De momento, añade Juan José Alarcón, «la sociedad demanda sistemas de regadío sostenibles y respetuosos con el medio-ambiente y eso obliga a buscar de modo continuo nuevas fórmulas de producción». Para el máximo responsable del Cebas-CSIC, que además es especialista en la optimización del agua en la agricultura, «el sector de regadío en la Región ha sido capaz de asumir todos los retos planteados hasta el momento, y estoy convencido de que ahora también será capaz de hacerlo».
Una gran oportunidad
Belmonte lo percibe «como una oportunidad para mejorar aún más los sistemas de gestión y distribución de agua, los sistemas de riego y reutilización, aumentar el esfuerzo en la investigación para la búsqueda de nuevas formas de producción de agua, mejorar los sistemas de fertirrigación, reforestar las tierras que queden sin uso de modo que sirvan como sumideros de carbono o revertir las zonas roturadas en los últimos años sin vocación agrícola». En síntesis, concluye, «puede ser una oportunidad para establecer una nueva relación de mayor equilibrio entre el medio agrario y el medio natural y restablecer el equilibrio entre la demanda de recursos hídricos y la disponibilidad».
Todos los especialistas citados coinciden en la necesidad de acometer cambios. «Con poca agua y los suelos en gran parte salinizados, no creo que los regadíos actuales se puedan mantener por mucho tiempo… 10, 30, 30, 50 años», augura el catedrático de Botánica de la UMU José María Egea, promotor del Observatorio de Innovación Agroecológica frente al Cambio Climático, ente cofinanciado por Europa y la Comunidad Autónoma. «La agricultura de la Región debería apostar por un cambio de modelo para hacerse más sostenible y resiliente ante la emergencia climática». Y avisa: «Gestionar la agricultura en la Región no es solo gestionar el regadío, hay que gestionar también el secano y la agricultura urbana y periurbana». En esta misión, puntualiza, «no solo hay que tener presenta la sostenibilidad económica, sino también la ambiental y sociocultural». A su juicio, se deben «generar políticas, estrategias, que contemplen la sostenibilidad agroalimentaria como un todo, desde la producción a la distribución y consumo».
Fuente: Artículo de Ginés S. Forte para La Verdad