Nuestro sector agrícola está comprometido con el medio ambiente
Alejandro Pérez Pastor / Catedrático de la Universidad Politécnica de Cartagena
Vivimos durante estos días una catástrofe medioambiental que a todos nos afecta y entristece, y que desde luego lamentamos enormemente; esperamos que se logre reconducir lo antes posible, pero por el bien de nuestro Mar Menor se hace necesario el trabajo colaborativo entre administraciones, para llevar a cabo las actuaciones que aún faltan por hacer, y que considero claves para que esto no vuelva a ocurrir.
No es momento de hablar de culpables, pero viendo las acusaciones que se están vertiendo al sector agrícola, permítanme enumerar las acciones que desde el sector se están realizando desde hace años en la cuenca vertiente del Mar Menor para lograr que la agricultura sea lo más sostenible posible, y cuando hablo de sostenibilidad, me refiero a la medioambiental, acciones que desde luego dejan muy lejos a la agricultura que predominaba en el siglo XX, una agricultura que, al igual que otros sectores económicos o incluso administraciones públicas, no contemplaba al medio ambiente dentro de sus prioridades.
Dentro de estas acciones podríamos citar entre otras:
- Monitorización generalizada en tiempo real del contenido de agua en el suelo a distintas profundidades, que nos permite conocer la capacidad de retención máxima de agua y nutrientes que tiene cada tipo de suelo, estableciéndose un tiempo de riego máximo según textura del suelo y evitando su lixiviación;
- Reducción del caudal de emisión de los goteros utilizados en riego por goteo, sistema de riego que predomina en el Campo de Cartagena, reduciéndose así el agua aportada por hora de funcionamiento del riego;
- Actualización de las necesidades hídricas y nutricionales de los cultivos, para fertirrigar lo que realmente el cultivo necesita en cada momento fenológico, evitando así que el suelo actúe de reservorio de agua y nutrientes, y reduciéndose la aportación de agua y fertilizantes y en consecuencia, el arrastre superficial de nutrientes en caso de lluvias torrenciales;
- Una planificación de la fertirrigación de los cultivos basada en un balance nutricional en el que se tiene en cuenta los nutrientes presentes en el suelo antes del inicio del ciclo del cultivo, en el agua de riego y en la materia orgánica aportada, para adecuarlos a las necesidades nutricionales del cultivo según el procedimiento publicado en el Programa de Actuación de Zonas Vulnerables a la contaminación por nitratos de origen agrario (16 de junio de 2016, BORM) y en la Ley 3/2020 de recuperación y protección del Mar Menor (27 de julio, BOE);
- Una continua mejora genética varietal, adaptándola a las exigencias del consumidor, siendo las nuevas variedades resultantes más resistentes a estreses hídricos y con menores requerimientos nutricionales;
- Implantación de cubiertas vegetales o cultivos entre calles en cultivos leñosos, sobre todo desde otoño a primavera, o cultivos perennes como aromáticas, de bajo requerimientos nutricionales, que aportan materia orgánica de origen vegetal, incrementando la capacidad de los suelos para retener agua y nutrientes, haciéndolos potencialmente más fértiles;
- Utilización de acolchados naturales, y/o bioplásticos compostables que favorecen el desarrollo de un sistema radicular más eficiente a la hora de absorber agua y nutrientes; y de esta forma creando una barrera natural formada de raíces que impida su lixiviación;
- Implantación de estrategias de control biológico de plagas en distintos cultivos, en concreto, hortícolas, cítricos y uva de mesa, siendo la Región de Murcia pionera y una de las comunidades autónomas con mayor producción de insectos útiles para la agricultura a nivel nacional.
Con todo esto, lo único que pretendo es demostrar que nuestro sector agrícola está comprometido con el medio ambiente desde hace años, y no hay que olvidar que nuestra agricultura favorece la mitigación del cambio climático actuando como sumidero del CO2 existente en la atmósfera, así como de barrera ante el avance de la desertización de nuestra región, gracias a la fijación del suelo que realizan el sistema radicular de los cultivos. Asimismo no hay que olvidar que gracias al trabajo de los agricultores, que no ha cesado durante la pandemia, nos han protegido y alimentado durante el confinamiento.
Por todo ello, la agricultura debe de ser considerada un sector estratégico. No debemos depender de otros países para la alimentación de nuestra población; ya hemos comprobado lo que ha sucedido durante la pandemia ante la escasez de material sanitario que procedía de otros países, que llegó tarde y a un elevado precio.
Con estas palabras, espero ayudar a que no se vuelva a criminalizar a la agricultura actual, los agricultores están realizando en general, un enorme esfuerzo para mantener sus explotaciones; a las incertidumbres climáticas a los que siempre han estado sometidos, se une la falta de un agua de riego de buena calidad, y otras innumerables circunstancias que hacen que su labor sea muy complicada.
No actúo como portavoz del sector, ni pretendo serlo, estoy orgulloso de ser ingeniero agrónomo y profesor de los nuevos profesionales del sector, a los que desde hace más de 20 años les hago hincapié de la necesidad de luchar por una agricultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Artículo publicado el 7 de septiembre de 2021 en el diario La Verdad