El sabor de un buen melón no depende del sonido, la tonalidad de su piel o la medida de sus surcos
Cuando compramos fruta, muchos vendedores nos seleccionan los mejores melones palmeándolos para escuchar su sonido, presionando algún punto de su corteza o indagando en los surcos o el tono de su piel.
Estos rituales de prestidigitación nos hacen viajar a tiempos en los que una buena compra dependía de la palma de nuestras abuelas, que golpeaban el melón para seleccionar en las fruterías o los mercadillos las mejores piezas, como si el dulzor dependiera del sonido hueco de sus manos.
Tradiciones que, los fruteros utilizaban para vender mejor el producto y que algunas abuelas consideraban la mejor forma de elegir el melón más dulce, han llegado hasta nuestros días como tantos otros mitos, que seguimos dando por válidos.
Son muchos los que siguen repitiendo los mismos bulos que giran en torno a los alimentos que ingerimos. Contribuyen a ello los consejos de nutrición ‘marketinianos’ y los ‘post’ de alimentación y ‘tips’ de vida sana sin rigor que, sin llegar a hablar con los agricultores y los fruteros profesionales, no ven qué hay de verdad en sus afirmaciones. ¿Ninguno se ha parado a pensar si alguna vez le han servido esos consejos realmente?
Ni entonces, ni ahora, el sabor de un buen melón ha dependido ni de su sonido, ni de las tonalidades de su piel o la medida de sus surcos. “Todos los consejos que se publican sobre cómo escoger un buen melón son leyendas urbanas”, afirma Celedonio Buendía, director de Melones El Abuelo.
Adentrado el mes de junio, habitualmente por la festividad de San Juan, se acerca la mejor temporada de melón. En la Región de Murcia comienzan a estar en su punto óptimo de maduración y dan sus mejores frutos las plántulas trasplantadas en torno al mes de marzo. El ciclo habitual de esta planta, que alimenta sus frutos a ras de tierra con ayuda del sol del Mediterráneo, suele ser de 90 a 110 días.
Dependiendo del clima, las horas de sol, el riego y también del ciclo lunar, el melón tarda más o menos en llegar a su punto óptimo de maduración. “Si hemos cuidado bien de que la planta tenga todos los nutrientes y el agua que necesita, hemos seleccionado la variedad adecuada de semilla y hemos recolectado el melón garantizando su estado óptimo de maduración, con los adecuados grados Brix —medida utilizada para ver el nivel de azúcares en la fruta—, contaremos con un buen melón”, explica Celedonio.
¿Y cómo elegir ese buen melón en el supermercado o la frutería? Pues, debemos confiar en el agricultor y en el frutero. “Si el agricultor hace todo lo que he mencionado y el frutero elige las producciones de ese agricultor y no maltrata la fruta, llegará el mejor melón al consumidor”, añade Buendía.
No hay otra forma de saber si un melón ha sido cultivado en las mejores condiciones, que elegir aquellas marcas y proveedores que siempre garantizan el mejor sabor, porque cumplen con todo lo requerido para lograrlo. Así el melón habrá sido mimado para que no tenga golpes y conserve sus cualidades hasta llegar al consumidor.
Sólo así, nos aseguraremos de que el melón que estamos comprando, es el mejor melón.