Su ingesta es recomendable tras vivir un periodo de poca actividad física que puede “haber favorecido la acumulación de algunos kilos de más”
La alcachofa contribuye a la pérdida de peso, mejora la absorción de nutrientes para tener un buen sistema inmunológico, mejora la circulación, reduce el colesterol y mejora el balance de grasas de nuestro organismo. Estas son algunas de las propiedades que motivaron los estudios realizados por el Instituto de Biotecnología Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena (IBV-UPCT), que colabora de forma activa con la Asociación Alcachofa de España en la divulgación de las ventajas de consumir esta verdura.
“Las presencia de sustancias beneficiosas en la alcachofa están más que comprobadas”, a partir de los estudios realizados durante los últimos 10 años por el IBV-UPCT dentro del Proyecto Europeo Cynares (AGRI-2006-0398), según la doctora Perla Gómez. Los mismos han demostrado que las variedades locales son “muy ricas en compuestos fenólicos como luteolina, cinarina, quercitina y ácido cafeico, sustancias fuertemente antioxidantes que combaten los daños producidos por los ‘radicales libres’, retrasando o previniendo la aparición de enfermedades degenerativas”.
Colesterol y balance grasas
La investigadora, que ha participado activamente en estos estudios coordinados por el profesor Juan A. Fernández, comenta que “un tipo de compuestos fenólicos, los flavonoides, se sabe que protegen las arterias ante el oxi-LDL controlando el colesterol circulante y mejorando el balance de grasas de nuestro organismo”. En este sentido, los principales flavonoides de la alcachofa, quercitina y rutina, “tienen propiedades anti-agregantes, reduciendo el riesgo de formación de coágulos. Además, tienen efectos antiinflamatorios”.
Pérdida de peso
Por otra parte, la cinarina estimula la producción de bilis, ayuda a digerir las grasas y a absorber vitaminas. Estos últimos meses en que quizás no hemos realizado mucha actividad física, pueden haber favorecido la acumulación de algunos kilos de más. Así, la alcachofa además de ayudar al metabolismo de las grasas, aporta tan sólo 23 kcal/100 gramos y, dentro de una dieta equilibrada, contribuye a la pérdida de peso.
Indicada para personas diabéticas
La alcachofa contiene también inulina, una clase de polisacárido denominado fructano, “que regula muy bien la glucemia, siendo muy indicada para personas diabéticas”. Además, comenta Perla Gómez, “los fructanos constituyen un tipo de probiótico muy importante, ya que inhiben microorganismos patógenos y favorecen mantener una apropiada flora bacteriana”. Esta microbiota es sinónimo de buena salud, ya que influye en muchos aspectos, “desde mejorar la absorción de nutrientes como vitaminas y minerales hasta tener un buen sistema inmunológico, tan importante en estos días de pandemia”.
Asimismo, comenta, “es importante concienciar a la población e incorporar a la dieta con mucha más frecuencia un alimento tan completo y sano como la alcachofa”. Al igual que con otras frutas y hortalizas, el alimento fresco o mínimamente procesado garantiza una mayor cantidad de nutrientes y compuestos beneficiosos.
Cómo cocinarla
Las alcachofas se pueden preparar de muchas maneras, “aunque simplemente cocinadas al vapor y con un chorrito de limón y aceite de oliva virgen extra o cualquier vinagreta que se nos ocurra, están muy buenas. También, una vez cocidas, se pueden guardar en el frigorífico y al otro día serán un tentempié excelente”, apuntan desde Alcachofa de España.
- Cómo pelar alcachofas: comprarlas en fresco con las brácteas bien cerradas. Limpiarlas cortando el tallo y la punta superior y quitando las brácteas externas verdes y duras hasta llegar al corazón, es decir, hasta las brácteas más finas, que tienen un color más amarillo. Quitar los pelitos blancos de su interior, que no son comestibles.
- Para que no se oxide y se ponga negra debe sumergir inmediatamente en agua con zumo de limón y escurrir bien. Cocinarla lo antes posible.
El consumo de alcachofa en España
España es el segundo productor mundial de alcachofas. El consumo, contando todas las formas de presentación –fresco, congelado y conserva-, es de 2 a 3 kg/hab./año, valor bajo comparado con los 8 kg/hab./año de otros países. “Evidentemente, hay margen para crecer y, dado los efectos beneficiosos que tiene sobre la salud, deberíamos, aumentar mucho más su consumo”, indican desde la entidad.